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NABONGA
Director: Sam Newfield. Con Julie London, Buster Crabbe, Barton McLane, Fifi D´Orsay. USA, 1944
Director: Sam Newfield. Con Julie London, Buster Crabbe, Barton McLane, Fifi D´Orsay. USA, 1944
No se puede ser tímido, nietucos. Especialmente si por vocación o talento,
uno ha decidido dedicarse a la cosa del espectáculo. Salir a un escenario -o ponerse delante de una cámara- y transformarse en otra persona exige ciertas dosis de desparpajo sin las cuales difícil será lograr el triunfo. Doña Julie London, protagonista de este filme, lo tenía todo para fracasar en este sentido, dada su proverbial pacatería. Y sin embargo se las arregló para triunfar, y de qué modo, además...
Tras años en el mundo del cine saltando de infraproducción en infraproducción, luciendo un físico no especialmente agraciado y sin lograr destacar en título alguno, la señorita London probó fortuna con su voz.
Y ahí sí que fue el acabóse. La mediocre actriz devino gran cantante: posee doña Julia uno de los timbres más sensuales y ardientes (calentorro es vocablo poco apropiado para ella, dado su natural sofisticado y elegante) que en el mundo han sido, y entona a ritmo de swing baladas capaces de enternecer la entrepierna de cualquier oyente sensible a los jadeos, los susurros, las poco veladas insinuaciones.
Hasta interpretando el himno oficial del Club Mickey Mouse es capaz Miss London de hacer subir hasta niveles febriles la temperatura de su auditorio.
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Tras años en el mundo del cine saltando de infraproducción en infraproducción, luciendo un físico no especialmente agraciado y sin lograr destacar en título alguno, la señorita London probó fortuna con su voz.
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Semejantes capacidades le llevaron a grabar discos repletos de canciones eróticas
hasta el límite mismo de lo permitido a una mujer blanca como ella. Piezas que interpretó desde el sofá de su casa, a donde obligaba a desplazarse a los técnicos de grabación. Era célebre su recato; nunca pudo Julia, aparentemente tan atrevida, cantar sus tonadas más tórridas ante el público, ni siquiera en el estudio: resultábale impropio, era como desnudarse, pasaba la chica demasiada vergüenza
.
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La paradoja es que su carrera no pudo empezar de modo más desvergonzado: este Nabonga fue su debut, una serie cuasi Z en la que aparece someramente ataviada, haciendo todo el tiempo de insólita y despreocupada chica de la jungla. Un papel que desde luego no va demasiado con su carácter; aunque a ella no le complaciese, yo la envidio sinceramente.
¿No fue acaso novia de un gorila de trapo, uno de los más altos honores que cabe alcanzar para cualquier muchacha dedicada al séptimo arte?
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Hija en esta ficción de un asesino ladrón de diamantes, es criada desde niña en las soledades de la jungla por un devoto gorila. Incomprensiblemente el eufónico nombre de Nabonga se refiere a la supuesta región donde la acción transcurre,
reservándose para el primate protagonista el harto más convencional de Sansón. Con su vestidito de tirantes, retozando cándida y virginal por la jungla y siempre custodiada por el malas pulgas del simio, no es raro que los ignorantes nativos la tengan por semidiosa. Como el mismo Buster Crabbe, que acude a su amor y a su rescate
.
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Cae Nabonga, por fortuna, en todos y cada uno de los lugares comunes del Cine Primate: interminables paseos por ajardinada jungla, desangeladas luchas de fieras, toneladas de stock shots de animales salvajes, guión tonto a no poder serlo más, fotografía de andar por casa, ritmo que avanza a trompicones;
todo a mayor gloria de los gruñidos y mamporros del gorila Sansón, ejemplar modélico, hirsuto, chepudo y patizambo encarnado por el gran Ray "Crash" Corrigan. Cine, qué quieren, del que a mí me gusta, placentera siesta para el cerebro salpicada de poderosas escenas simiescas, capaz de conmover a cualquier esteta naufragado, y bien a gusto, entre los escombros de la subcultura más genuina...
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